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27/02/2008

Entrevista a Mauricio Jelvez, Subsecretario del Trabajo

"Desafiante e intensa" son dos calificativos que emplea Mauricio Jelvez para definir la tarea encomendada por la Jefa de Estado, afincada básicamente en tres elementos: una mirada global al sistema de capacitación para el empleo; la construcción de relaciones positivas y armónicas entre empresarios y trabajadores, y la implementación de los acuerdos que emanen de la Comisión de Equidad y Trabajo.

 

El viernes 11 de enero, Mauricio Jelvez Maturana recibió un llamado telefónico bastante especial. "La Presidenta Michelle Bachelet estaba conformando su nuevo equipo de subsecretarios y me contactó para pedirme que me hiciera cargo de la Subsecretaría del Trabajo", relata sin ocultar la satisfacción que ello le produjo.

Ingeniero comercial de la Universidad Austral de Chile, con estudios y diplomados en España y en la Universidad de Chile, hasta antes de aquel llamado se desempeñaba como director Ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED). Su carrera profesional consigna también la jefatura de gabinete del ex Ministro de Educación Juan Pablo Arellano, asesorías para diversos ministerios, para BancoEstado, y la secretaría general de la Fundación Frei.

Esta nueva tarea encomendada por la Presidenta la define como "desafiante, intensa y que va a requerir de mucha energía". Su cercanía profesional con la Jefa de Estado no es cosa de ahora: entre los años 1995 y 1997 coincidieron en el Ministerio de Salud. Y mientras estaba a la cabeza del CED, "organizamos algunas actividades, debates sobre agendas de política pública del Gobierno, y en más de una oportunidad ella participó en seminarios, donde fue la expositora principal".

Subsecretario: ¿Cuál es la sensación que se experimenta en el minuto siguiente, cuando ya se cuelga el teléfono y es la Presidenta de la República quien ha llamado para hacerle una oferta de esta relevancia?

Es una sensación encontrada que, me parece, a la mayoría le debe pasar. Por una parte, uno piensa que es un tremendo honor y una gran oportunidad -para quienes realmente tenemos vocación por la cosa pública- que seamos convocados a cumplir una función de esta envergadura. Obviamente que es satisfactorio. Pero después de un rato, uno se pregunta si realmente estará en condiciones de asumir el desafío y se produce la duda que, creo, no sólo es razonable, sino también recomendable.

¿Cómo así?

Es que algo de miedo cuando se va a asumir una responsabilidad de este tipo hace bien, porque despierta mecanismos de alerta, significa concentración de energías y supone mucho más disciplina y conciencia de lo que uno está comenzando. Esos mecanismos de alerta terminan jugando a favor. En esto, la seguridad excesiva, la autoconfianza sin límites, pueden ser una muy mala consejera, y creo que yo supe equilibrar la satisfacción de la oferta de la Presidenta con la debida ponderación respecto de los riesgos y temores que razonablemente tenía antes de asumir.

EL ENCARGO PRESIDENCIAL

¿Cuál es el mayor desafío de este nuevo cargo?

El desafío mayor es hacerse cargo del encargo de la Presidenta, que tiene básicamente tres elementos. Uno es mirar, desde una perspectiva más sistémica, más global, todo lo que es el sistema de capacitación para el empleo en Chile. Eso supone mucho trabajo intersectorial, multidisciplinario, de vinculación con otros actores, de generación de redes, con algún énfasis, me dijo, en el tema de las Pymes. En segundo lugar, ella quiere que diseñemos un sistema tendente a lograr relaciones constructivas, positivas, entre el mundo del trabajo y el empresarial, entre el mundo público y el privado, que no sólo sirva para contener conflictos ex-ante, sino también para ir generando políticas públicas donde las estrategias sean sumar-sumar, y no de suma-cero, donde lo que uno gana lo pierde el otro. En eso tengo un segundo encargo: imaginar cómo diseñar esa tarea.

¿Y cuál es la tercera tarea encomendada?

La Presidenta me señaló que esta es de primer orden. Debemos pensar que la Comisión de Equidad y Trabajo, que está funcionando actualmente, va a generar una demanda de formulación de políticas públicas concretas para este Ministerio. En ese tema, ella quiere un apoyo muy decidido de parte de la Subsecretaría para implementar algunos de los acuerdos, consensos, definiciones que se tomen en esa Comisión Presidencial.

Esos son los "encargos" de la Presidenta, pero me imagino que usted también tendrá sus propios desafíos.

Por supuesto. Hay una tarea que se debe asumir con toda la importancia que tiene: la necesidad de establecer una relación de máxima cooperación, de lealtad, de apoyo a la gestión del Ministro. El es quien tiene la mayor responsabilidad política sobre la materia del trabajo en Chile, y mi vocación, mi voluntad, es lograr esa relación de cooperación, pero además de complementariedad; es decir, agregar valor al trabajo en este Ministerio y complementarme con la gente.

Detengámonos un momento en la segunda tarea de la Presidenta: las relaciones empresarios-trabajadores. El año pasado fue bastante movido, por darle un nombre. ¿Cómo ve esas relaciones en este minuto?

Comparativamente con el año pasado, tengo la sensación de que algo se ha descomprimido...

Pero podría ser por la temporada, por las vacaciones...

No descartemos que puede existir un factor estacional, pero en estas materias es mejor ponerse en escenarios más pesimistas que optimistas. Dicho lo anterior, me parece que en Chile, comparativamente, mirando la experiencia del mundo desarrollado, todavía tenemos mucho trecho por recorrer para construir relaciones de mayor cooperación, complementariedad y de colaboración entre el mundo de la empresa y el de los trabajadores. Ahí tengo la sensación de que todavía tenemos un déficit de país.

Es que en nuestro país estamos acostumbrados a una pugna eterna entre ambos actores.

Claro, y las lógicas confrontacionales no sirven para progresar juntos. Por eso digo que cuando uno mira la experiencia comparada, particularmente la europea, se da cuenta que el pacto social, que el diálogo social, está sustentado en un acuerdo político macro, de actores que dijeron: "pongámonos de acuerdo para avanzar juntos". Y ese acuerdo supone, por un lado, voluntad de los trabajadores de cooperar y comprometerse con el destino de la empresa, pero también voluntad de los empresarios para compartir los beneficios, las utilidades que se generan en las propias empresas.

Hablando de experiencia comparada, ¿tiene usted algún modelo, un país que sea digno de imitar en este aspecto?

Sin duda la experiencia española, con su Consejo Económico Social, es una. También la de entendimiento entre el mundo de los sindicatos y el empresarial de Holanda, junto a la experiencia de Alemania, son las que a mí me inspiran. Creo que debiéramos tomarlas como referencia, entendiendo que hay contextos históricos, culturales y sociopolíticos distintos, pero los países tienen que fijarse nortes de largo aliento, ambiciosos, y avanzar paso a paso detrás de visiones que son de estrategia.

MÁS VALE PREVENIR...

La mediación laboral es un mecanismo utilizado para resolver diferencias y conflictos entre trabajadores y empresarios. A la luz de los buenos resultados que se han obtenido con este sistema, ¿le dará usted mayor relevancia?

Sí, el encargo de la Presidenta va también en esa dirección. Ella dice que tenemos que ser capaces de poder enfrentar los conflictos ex-ante, y no tener una política simplemente reactiva y de enfrentamiento una vez que el conflicto se ha generado. Eso supone un diseño, un desarrollo de sistema.

¿Sería, entonces, una solución para la conflictividad laboral?

Creo que no hay ningún sistema que sea capaz de llevar el conflicto a cero, pero sí se puede pensar en algún modelo que haga disminuir el nivel de conflictividad. Y, sobre todo, poder revertir esta lógica de excesiva confrontación hacia una más de colaboración, de entendimiento, de diálogo permanente en el mundo del trabajo. El diálogo no puede ser un episodio con cierta estacionalidad, tiene que ser parte de una manera de relacionarse.

Pero las buenas intenciones de diálogo terminan cuando se llega a un punto en que las posiciones se tornan prácticamente irreconciliables...

Entrevista publicada en Boletín Oficial Nº228, febrero 2008